Pedid y se os concederá, buscad y encontrareis, llamad y se os abrirá.
Mateo 7.7-11
El día 12 del mes 10 del año 2020 recibí la Iluminación. Ese día no sentí la dicha que esperaba y que había tenido el día anterior a causa de la expectativa. Esto me recuerda mi primera Iniciación, y los compañeros que la realizaron conmigo, ese día después de realizada estaban muy contentos, algunos felices. Yo no tenía ningún sentimiento y me acorde de una compañera Iluminada que me dijo que a ella le había pasado lo mismo, que no me preocupara, y siento que ahora me está pasando algo parecido a lo que me paso
cuando realicé, la primera Iniciación, no me sentí feliz sino a los dos o tres días después de realizarla, no estoy preocupada porque no este feliz, la felicidad vendrá después de la completa aceptación de mi estado.
cuando realicé la Iluminación vi un aro grande formado por llamas blancas altas que salían del suelo, no podía ver que había dentro de ese aro de luz, pero sabía que eran los señores de la jerarquía, y que nada podía pasarme. La instrucción del adepto fue que yo debía pasar las llamas y situarme en el centro del aro, así lo hice y de ahí en adelante no recuerdo que paso. Solo recuerdo que el adepto Iluminado me hizo varias preguntas.
No todos los procesos espirituales se manifiestan con éxtasis también pueden desarrollarse en una quietud sutil y lenta.
Durante varios días no supe que sentía, luego poco a poco comprendí que la felicidad autentica surgiría sola tras aceptar plenamente mi Ser. Esa aceptación interna, fue el portal hacia una felicidad más estable, surgida con el tiempo, después del desapego inicial.
Aunque no percibo un camino dramático, noto que ya no observo al testigo durante la meditación; en su lugar experimento lo que describo como el vacío primordial de la creación, una vivencia profunda y tranquilizadora.
considero que estas tres etapas la primera un vacío inicial, sin emociones, la La segunda etapa asimilación pausada, la comprensión fruto de la aceptación profunda y la tercera etapa las experiencias con el amor divino que me llegaron en tres diferentes periodos, en tres dimensiones: la primera, antes de entrar a meditar, en el sueño que tuve, donde era amada profundamente por un espíritu azul, la segunda en una realización donde comprendí que yo era el amor divino interiorizado, y la tercera fue sobre el amor que podía dar en forma expansiva. Estas tres realizaciones, no son solamente emocionales, son realizaciones espirituales profundas más allá del amor humano.
Hoy soy consciente de ser uno con Dios. Una verdad interior que marca un punto sin retorno, pero no puedo decir que soy Dios. Solamente podre hacerlo cuando mi cuerpo, pierda la individualidad.