Dios es la única unidad permanente que existe. La creación se mueve en Dios, sin embargo, Dios no toca la creación. Dios y la creación son una unidad diferenciada de espíritu y materia. La creación salió de Dios, pero Dios no sale de la creación. Nacemos, vivimos y morimos en Dios, la materia y el espíritu van juntos por toda la eternidad. La materia se renueva en cada nueva individualidad ya que la materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma y es infinita en la transformación en las variadas formas de millones de individualidades diferentes, a veces, estas individualidades pueden ser muy parecidas, no obstante, nunca son idénticas, por lo cual no hay repeticiones en la creación ya que nunca podrán darse las mismas condiciones que intervinieron para que esa individualidad existiera en esta vida y por el mismo motivo, nunca podrá existir una individualidad idéntica a nosotros.
Todo en la creación está en movimiento y nuestra identidad cambia lenta y continuamente y no nos damos cuenta del cambio. En la Iluminación nuestra identidad cambia y se vuelve permanente. Cuando asentamos el estado de la Iluminación somos conscientes, con toda certeza, de ser uno con Dios. El espíritu es la esencia de donde sale la creación y la que le da vida, movimiento y la sostiene. Cuando meditamos y estamos en unidad con el vacío, es Dios el espíritu siendo consciente de sí mismo. Es como cuando en la meditación nos damos cuenta del observador y con el tiempo nos hacemos uno con el observador y lo trascendemos, pero la mente lo olvida. Con el tiempo, al seguir meditando y realizar la Iluminación o tercera Iniciación caemos en cuenta y recordamos que ya habíamos realizado que el observador y nosotros somos lo mismo, que somos uno con el espíritu a través del observador a través del mismo espíritu, pero esto sólo lo entendemos en la Iluminación cuando nuestra consciencia se haya expandido completamente y cuando salimos de la meditación y estamos en la vida diaria, nuestra mente no lo recuerda, y tenemos que asentar el estado de la Iluminación pero, como nuestra conciencia temporal ha cambiado y se ha vuelto permanente en la Iluminación, nos damos cuenta que la identidad que teníamos antes, la de ser una individualidad y tener un nombre, es una ilusión, porque esta individualidad nace y muere, sabemos con absoluta certeza nuestra identidad, que somos Dios, el espíritu, la conciencia absoluta, el Ser viviendo una experiencia humana, y sólo podremos Ser cuando no tengamos este cuerpo, esta individualidad. Mi cuerpo está determinado, pero a el espíritu, Dios, nada lo determina.
No importa que les diga o que han leído u oído, tenemos que vivirlo por nosotros mismos, en la meditación, la unión con Dios, con nuestro espíritu no es algo que se pueda entender con una lectura o una conferencia tenemos que hacer introspección, para que se vuelva una verdad en nuestra vida.