La consciencia individual o temporal se va expandiendo, profundizando en el entendimiento del conocimiento guardado en ella. No es solamente la comprensión sobre este mundo, hay muchos planos de consciencia que debemos transcender para llegar a la unión con Dios. La gracia divina es la que nos lleva del plano más alejado de la espiritualidad hasta la Iluminación o unión con Dios. Al transcender cada nuevo plano vamos profundizando más en la comprensión de lo realizado y vamos yendo más profundo en el conocimiento de quien somos.
Nuestra consciencia individual, nuestro conocimiento profundo se va expandiendo comprendiendo cosas que antes dejábamos pasar porque nuestra mente no lo entendía no caíamos en cuenta de su verdadero significado, teníamos una mirada más superficial y esto sucederá hasta que hayamos trascendido todos los planos de la creación, todos los limites y realicemos la Iluminación o unión con Dios que creíamos separado a causa de nuestra consciencia individual o temporal. Cuando expandimos nuestra consciencia individual vamos quitando el velo, la lente, la ilusión de que somos limitados hasta que en la tercera Iniciación o Iluminación hacemos conciencia de que no nacemos y no morimos somos uno con Dios y nuestra conciencia temporal se vuelve permanente.
La expansión de consciencia no podemos controlarla así como tampoco podemos controlar nada en la meditación y caemos en cuenta de cosas que antes no comprendíamos o lo hacíamos muy superficialmente como el no entender a profundidad la unión con el observador y con el testigo y sólo lo comprenderemos a profundidad despues de realizada la Iluminación. «Nuestra consciencia individual no se Ilumina porque nada en la creación se Ilumina, «Mi Maestro.» Esta consciencia individual pertenece a la materia a la creación.
En vida no podemos decir que somos Dios, porque Dios no tiene límites, y nosotros estamos limitados por la forma, nuestro cuerpo. «No podemos recordar ni olvidar un estado que no tiene forma por eso usted no es Dios. «Mi Maestro».
Seremos libres cuando nuestro cuerpo muera a la forma y estemos en unidad con Dios.